miércoles, 11 de enero de 2012

El poder de los pobres, algunas consideraciones para su reflexión

Primero que nada me gustaría aclarar que este no es un escrito que esté terminado. Es el inicio de una investigación que se debe de desarrollar desplegar desde la construcción revolucionaria. De una u otra forma condensa las derrotas, como experiencias que marcan, a través de la modesta participación en proyectos. Está dedicado a todos las comunidades, barrios, y espacios que rompen con la lógica de cualquier tipo d control y dominio. Abrazos

Por Carlos Ernesto Romero Robledo

El poder de los pobres, algunas consideraciones para la reflexión. 
El proceso de degradación social acelerada del capitalismo, está imponiendo a las clases populares y países neo-colonizados condiciones de vida marcadas por la violencia y la miseria, bloqueo e invasión. La constitución del capitalismo mundial tiene como tendencia  el despojo, explotación, saqueo, dominio, y el fetichismo como proceso de aceleración de la miseria social y cultural, impuesta por distintos medios, ya sea por el de la construcción industrial del consenso y el del ejercicio de la fuerza que articulan las relaciones sociales como relaciones de fuerza de una clase dominante. Ahora.  En la actualidad, la realidad contemporánea está experimentando una crisis-reestructuración de la totalidad social capitalista, que como muy bien se observa desde una mirada histórica, no tiene punto de comparación con crisis anteriores puesto que esta lleva implícito un desastre de magnitudes destructivas para el conjunto de la vida humana y natural. Pero esto no significa que por sí mismo este sistema esté agotando su existencia, como muchas pupilas aceleradas plantean. Las diversas crisis experimentadas en el capitalismo en vez de llevar a su superación-destrucción, han abierto condiciones de reestructuración donde la hegemonía sistémica sale fortalecida. Claro, que con incontables costos para la vida en general. El capitalismo tiene la capacidad de resurgir con mayor fuerza, tendiendo a su profundización.
No solo debemos señalar que la crisis mundial se acentúa con rígida crueldad. Tenemos que dar cuenta del conjunto de relaciones que profundizan sus contradicciones desde lo concreto, es decir, también observando cómo se articula el poder mediante el mantenimiento activo de las formas de dominio, militando y fortaleciendo su entramado institucional / para que la contradicción no se desarrolle hasta grados que lleven a escenarios de autodeterminación, destruyendo a su alrededor toda posibilidad para que las clases dominadas salgan del mundo de la seudoconcrecion. Los pobres viven en condiciones de miseria cultural, social, y económica que automáticamente los llevan a seguir siendo pobres. Esto puede ser muy mecánico pero da cuenta de una realidad que se desenvuelve bajo la cúspide de la hegemonía cultural de las clases dominantes, con el entramado cultural construido para dominar y no para su superación. Las tesis que plantean que la conciencia es producto directo de las condiciones económicas parten de miradas unilaterales donde no da cuenta de la complejidad social.   Estamos totalmente de acuerdo con Sánchez Vázquez  en el acento que pone en la praxis revolucionaria como método para destruir la realidad fetichizada, en contraposición de esas posturas inmovilistas que te invitan a esperar que surjan condiciones para desplegar una actividad revolucionaria. Que nos remite a Lenin y su insistencia en la organización, no solo política, sino social, cultural, etc. para hacer frente a la hegemonía burguesa como totalidad de relaciones donde está atravesada la praxis consciente del dominador.
En este sentido ¿cómo poder configurar una praxis compleja que no caiga en el determinismo y no vea en estas coyunturas prolongadas de crisis el final del proceso histórico del sistema capitalista, pero sí momentos donde se puede articular un bloque de fuerzas que  construya condiciones para su superación dialéctica, es decir donde las contradicciones lleguen  a la explosividad (revolución como proceso y no como etapas)? ¿Cómo pensar las coyunturas de crisis desde el proceso de articulación de un poder permanente,  que se constituya en el mundo entero con esfuerzos que desarticulen a la sociedad burguesa y no desde la fatalidad histórica que lleva implícita una mirada, antes que revolucionaria, dogmatica y estéril? La búsqueda de respuestas, no puede pasar por recetarios dogmaticos y facilistas, aunque puede trazar tendencias que aporten a la reflexión. Desde esta perspectiva, no puede pensarse en formas únicas de organización, sino en una pluralidad de formas que asuman la contradicción frente a las relaciones sociales de producción capitalistas. ¿En qué estamos pensando cuando hablamos de estas formas? En el conjunto de propuestas que han surgido desde la diversidad de tendencias revolucionarias en los distintos momentos históricos. No nos podemos quedar en la forma-partido, o pensando desde la forma-estado desde el método avance mediante reformas. Por eso debemos de investigar las propuestas que han surgido desde la diversidad de los movimientos, tener una perspectiva rica que no se reduzca a una opción única para pensar y actuar. La importancia del estudio desde el historicismo procesual de los boicots de los obreros contra las tecnologías nacientes en la Europa del siglo XVIII, hasta las formas insurreccionales que impulsaron los pueblos indígenas con Katari y Amaru; pasando por los ludistas y cartistas hasta las formas concejales y partidistas de organización. Se trata de investigar y estudiar los procesos con profundidad. Pero esta investigación no tiene que estar atravesada por el mecanicismo que muchas veces caracteriza  las propuestas organizativas, rescatando de manera a-histórica y descontextualizada propuestas que terminan siendo disecadas y expuestas de manera un tanto estéril, políticamente hablando. La búsqueda nos lleva necesariamente a la construcción de nuevas síntesis, pero también como proceso de apertura de horizontes emancipatorios que no vuelvan a la unidimensionalidad. ¿Quiere decir que las organizaciones revolucionarias deben de abandonar sus medios de lucha y esperar a que surja esto que se está planteando? Si encausáramos la interpretación hacia este tipo de conclusiones, no estaríamos aportando a la construcción de condiciones que superen las praxis que en el momento histórico actual no responden en la lucha contra las formas fetichizantes que dominan, oprimen y explotan al ser humano. Es a esto a lo que se refiere Miguel Mazzeo cuando plantea que se fetichizan las propuestas revolucionarias, deshistorizando y perdiendo la brújula del contexto social en el que se despliegan. La búsqueda que se plantea, no puede ser desde lo aparencial, es decir, con la declaración o posicionamiento publico que determinada organización haga sobre determinado problema social-histórico. Desde el múltiple esfuerzo realizado por los compañeros que nos antecedieron en la lucha, en las condiciones de crisis prolongada de la izquierda revolucionaria y las ricas pero dolorosas experiencias históricas, creemos que la superación por necesidad pasa por la construcción de órganos de base, que vayan más allá de la forma partido-organización política, aunque estas sean de vital importancia. Estamos planteando la construcción como necesidad de superar praxis unilaterales que se despliegan de formas perniciosas reduciendo todo el potencial al esfuerzo de construir el partido o algo parecido. La configuración necesaria para desarticular la basura social en la que vivimos tiene que tener en mente el problema de la dialéctica entre esencia y forma, apariencia y contenido. Para superar al capitalismo, no basta con que surjan estrategias políticas que hagan frente a la coyuntura de un momento histórico determinado donde la estrategia del capital se impone de manera violenta.  Tenemos el deber de formar el poder permanente de las clases populares. Esto no se lo otorga nadie al pueblo, ni solo las organizaciones de los revolucionarios únicamente tienen la obligación de construirlo.
Es necesario que se impulsen órganos de decisión y acción comunitaria, que se planten de cara y en contra de las relaciones sociales capitalistas. No es lo mismo apelar a un consejo barrial conformado por niños, jóvenes, obreros, amas de casa, indígenas, homosexuales, etc. que concienzudamente empieza a organizarse en su espacio, donde el capitalismo afianza y reproduce su dominación,  a simplemente pedirles que vayan a votar para algún día recibir justicia social o que sean simplemente la base de una organización que los concibe como instrumentos para sus fines. Insistimos en la necesidad de recurrir a Mazzeo. Y que estos órganos asuman el carácter de consolidación y multiplicación del poder de los pobres, que no se ensimismen como diversas tendencias existentes en la actualidad. La coexistencia es imposible, debido a la misma lógica totalizante-totalitaria del capitalismo como abanico de dominios, opresiones y distintas formas de explotación. O te aplastan o te joden. Las contradicciones entre proyectos de vida nos han dejado millones y millones de compañeros muertos, desaparecidos, asesinados a través de la historia y que dieron su vida por la humanidad.
El poder popular como realidad tiene que construirse, no llegará automáticamente, la asamblea, el consejo, y la organización popular en general no está dada, tiene que abrirse contra el dominio hegemónico.
Es posible marcar por dónde no pasan estas formas de poder de las clases populares. En este sentido es más que sugerente des-oír los consejos de un Lenin cansado como es el de “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo” cuando nos plantea que es posible actuar en un parlamento ultra reaccionario, pensando en una coyuntura histórica de repliegue, en donde se siente que universaliza la experiencia y pasa de forma dogmatica su crítica a quienes rechazan el fetichismo de la democracia burguesa. La propuesta pasa por construir espacios propios que articulen nuevas formas sociales frente al capitalismo, formas que expresen la comunalidad como relaciónes sociales que tiene que construirse como parte de un proceso de lucha contra la individualización imperante en la subjetividad fetichizada, o eso que Gramsci planteaba como construcción de la hegemonía revolucionaria, donde la atomización social y dispersión política que responde al triunfo de la clase dominante es combatida en base a la articulación orgánica de un bloque de fuerzas capaz de confrontar no solo desde el consenso, sino también desde las relaciones de fuerza. No es posible pensar desde formas netamente aparenciales si no tomamos en cuenta la esencia que las atraviesa. En todo caso eso puede llamársele oportunismo, por hacer caso omiso del carácter histórico específico que asumen.
Detengámonos un poco en una situación abierta por el contexto de sangre en el que nos desenvolvemos. La represión y el asesinato, la censura y la hegemonía construida sobre un consenso violento han introducido en las capas progresistas de nuestra sociedad la idea de que es posible cambiar la sociedad en base a la participación electoral. Si esto fuera cierto ¿significa que un voto marca la tendencia histórica de relaciones sociales que se construyeron sobre la sangre, el dominio y la explotación de generaciones de seres humanos? ¿podemos dejar de lado el análisis de la dialéctica del  dominio nacional-internacional desde lo histórico y pensar que el entramado que se construyó para dominar puede servir para liberar? La búsqueda de una vida digna no pasa únicamente por la vía electoral, menos cuando su búsqueda ya se ha retardado muchísimo tiempo, con antecedentes nefastos como los del pps, pcm y organizaciones dizque socialistas que solo han quedado disfrutando las imaginarias victorias que no se han obtenido. Si vamos bajo la lógica electoral, veremos como se movilizan innumerables fuerzas sociales para este propósito, solo para otorgar un voto. Pero nunca la movilización va dirigida hacia otro tipo de construcción, en el barrio, la comunidad, la fábrica, los espacios culturales, etc..
El poder popular no se construye en un plazo corto, ni tampoco desde una perspectiva instrumentalista. Solo es posible si el pueblo y las organizaciones empiezan a entretejer ese entramado de relaciones sociales que expresen una actitud de contradicción explosiva frente a las estrategias del capitalismo. No solo posicionándonos como los ratones frente a las víboras. En este sentido, la crisis que experimenta el capitalismo a nivel mundial, debe de tomarse como una contraofensiva por parte de las clases dominantes, frente a la oleada de avances de los pueblos. Este proceso de reestructuración del sistema mundial estamos viendo que resurge con una violencia que tiende a aumentar. Y si nosotros, no aportamos a la construcción de un poder que haga frente a la violencia prepotente y reaccionaria del capitalismo, veremos que seguirán desapareciendo y asesinando gente del país y del mundo entero. Este poder, recalco, tiene que ser necesariamente de los pobres, no del partido ni de la organización política, sino se quiere caer a lo mismo. Construir el poder de los pobres, es la estrategia.